miércoles, 18 de junio de 2014

De no olvidar

Estoy hace días pensando en la responsabilidad que tienen los comunicadores y los medios de comunicación en la elección del gobierno. Podría sonar a reflexión cliché, de no ser porque últimamente estoy percibiendo que ésta responsabilidad no está siendo tenida en cuenta ni por los medios, ni por los ciudadanos. Vivimos en una sociedad cómoda, donde el confort cibernético y tecnológico nos achanchó: preferimos pedir la comida "por delivery" que cocinarla o ir a comprarla, preferimos comprarnos aparatos de gimnasia que ir a caminar, nuestros niños prefieren quedarse en sus casas jugando al Playstation que salir a jugar a la pelota. En general, queremos que todo nos sea dado en la comodidad de nuestro sillón, y la relación con la política no es muy diferente. Y en esta nueva lógica entre ciudadanos y políticos, el mediador forzoso es el medio de comunicación. No tenemos otra chance que valernos de éstos para entender cómo son los candidatos, cuáles son sus propuestas, sus aspiraciones, y hasta para percibir sus niveles de credibilidad. No basta con ir a un acto político, entrar a sus sitios web o leer el folleto propagandístico que nos dejan en el umbral de la puerta.

En un país donde el debate público entre quienes quieren gobernar el país parece existir sólo en las redes sociales y en forma de “tweets”, el periodismo político es una gran herramienta para informar, explicar y orientar a los ciudadanos, particularmente en períodos electorales. En este sentido, el francés Dominique Wolton - investigador especializado en los medios de comunicación, el espacio público y la comunicación política, entre otras cuestiones- sostiene en “La comunicación política: construcción de un modelo” (1992) que la “comunicación política” es todo lo que se vincula “con la producción y el intercambio de discursos políticos que exponen los distintos actores y que los medios reflejan”. A la vez, afirma que es un “proceso indispensable” para el “espacio político” porque permite la “confrontación de los discursos característicos de la política”, que son “la ideología y la acción para los políticos, la información para los periodistas, la comunicación para la opinión pública”. Wolton aclara que, para los periodistas, la legitimidad está vinculada con la información que brindan, que es un “valor deformable” y que permite que se “relaten los acontecimientos y se ejerza cierto derecho de crítica”.

Está claro que la noción de “comunicación política” tal como la describía Wolton es, en la actualidad e indiscutiblemente, uno de los bastiones de la democracia. Los políticos son elegidos por una masa de ciudadanos porque creen que su propuesta los hará vivir mejor. A su vez, esta propuesta llega a los ciudadanos mediante  los discursos políticos que son difundidos por los medios masivos de comunicación. Esto significa que ciudadanía, medios y actores políticos se retroalimentan: todos necesitan de cada uno para cumplir su objetivo. Pero más importante aún: significa que el mediador entre el futuro gobierno de nuestro país (o ciudad, o municipio) y nosotros mismos, los que lo elegimos, son los medios de comunicación, con sus propios criterios, lógicas y reglas. Esto implica un compromiso y una responsabilidad ineludibles, tanto de los comunicadores como de los dueños de los medios, con la sociedad. Esto es algo que nunca deberíamos olvidar.